EL RIO
Adaptación: J. J. Nuñez
-
El Viento cruza
el desierto y así puede hacerlo el río.
Una etérea
voz, proveniente de las profundidades del desierto le susurró a un río, que desde
sus orígenes en las lejanas montañas, trataba de atravesar, sin éxito,
aquél territorio. Se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan
pronto llegaba a éstas.
Después de
haber atravesado todo tipo de valles y campiñas, al fin alcanzó las candentes y
estériles arenas de éste desierto, sin encontrar la forma de atravesarlas. No
obstante, estaba convencido de que su destino era cruzarlo.
El río,
desde luego, rebatió a la voz: se estaba estrellando contra las arenas y
solamente conseguía ser absorbido. El viento, en cambio, podía volar y cruzar
el desierto sin dificultad.
-
Arrojándote a las
arenas con violencia, tal como lo vienes haciendo, no es la solución.
Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te
lleve hacia tu destino – dijo la voz
-
¿Pero cómo esto podrá suceder? – preguntó el río.
-
Consiente en ser
absorbido por el viento. –
El río, que
nunca había sido absorbido antes, descartó esta idea. Era inaceptable
considerar tal solución ya que se resistía a perder su individualidad.
-
¿Y, una vez perdida mi individualidad, quién me
garantiza si podré recuperarla? – preguntó el río.
-
El viento. -
dijeron las arenas. – Cumple esa función.
Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo
como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río. –
-
¿Cómo puedo saber que esto es verdad? –
-
Así es, y si tú
no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero
muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río. –
-
¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora
soy? –
-
Tú no puedes en
ningún caso, permanecer así. - continuó la voz. – Tu parte esencial es
transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no
sabes qué parte tuya es la esencial.-
Cuando oyó
esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente,
recordó un estado en el cual, él, o una parte de él - ¿cuál sería? - había
sido transportado en los brazos del viento. También recordó -¿o le pareció?-
que eso, era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio.
Y el río
elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente
lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto
hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchos pero muchos kilómetros más
lejos.
El río pudo
recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la
experiencia. Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera
identidad". El río estaba aprendiendo, pero las arenas
susurraron: "Nosotras la conocemos, porque vemos suceder esto día
tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que
va desde las orillas del río hasta la montaña"
Y es por eso
que se dice que, el camino en el cual “El Río de la Vida”, ha
de continuar su travesía, está escrito en las Arenas.
Y así, mi palabra, fue rodando como
piedra en torrente. He narrado para la memoria de la buena gente.
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