EL DIAMANTE
Autor: J. J. Nuñez
Al interior del frondoso
Bosquemedio, bajo las húmedas copas de sus árboles, iba caminando absorto en
sus pensamientos un hombre quien, a raíz de sus problemas se encontraba triste,
solo y muy vacío. Mientras iba caminando por los senderos ocultos del bosque, su
desesperación ganaba terreno, pues no sabía darle un sentido a su existencia.
Pero de repente, alicaído y melancólico, se encontró un bello diamante que se
encontraba justo en medio del camino.
Sorprendido, a pesar de su
profunda angustia, recogió el diamante y lo levantó con sumo cuidado. Después
de soplar para quitarle el polvo empezó a observarlo detenidamente mientras toda
preocupación se alejaba de su alma. ¡Era un diamante muy bello! Como
hipnotizado por aquella joya, continuó quieto, inmóvil bajo la bóveda oscura formada
por las múltiples copas de los árboles, hasta que notó un brillo inusual en el
interior del diamante: un rostro bello y afable se empezaba a dibujar. La
belleza de aquel rostro de hada estremeció a aquel hombre, mientras unos ojazos
pestañeaban repetidamente. Finalmente los labios de aquella preciosa hada se
entreabrieron:
-
Me
llaman hada del bosque. – dijo con voz etérea. - Durante siglos he otorgado
deseos a quién me lo ha pedido. Me puedes pedir aquello que más desees y te
será concedido. –
Aquellas palabras hicieron
despertar el alma de aquel hombre ensimismado en sus pensamientos. ¡Una
maravillosa hada le podía proporcionar todo aquello que quisiera!
-
Pídeme
aquello que más desees. - repitió el hada del bosque.
La voz resonó tan dulcemente en
sus pensamientos que el hombre no sabía cómo resolver sus deseos. En cambio
aquella voz le parecía dulce y hermosa, como música para sus oídos. Así pues no
sabía qué decidir, hasta que finalmente afirmó:
-
Hada
del bosque que habitas en este diamante, sólo te pido una cosa: que me concedas
aquello que tú consideres mejor. –
Y el hada contestó:
-
¡Oh pobre
desdichado! ¡Eso me pediste, hace mucho, cuando apenas eras un animal y te
convertí en el hombre que eres ahora! –
Después de meditarlo, el hombre dejó
el diamante donde lo encontró y tomó el camino de retorno. Con una amplia
sonrisa y liberado de todo pesar.
Y así, mi palabra, fue rodando como piedra en
torrente. He narrado para la memoria de la buena gente.
Trivia* ¿Por qué se marchó sonriente aquel triste y melancólico hombre?
Es bien sabido que la hadas, hacen muchas cosas de manera inocente, aunque su comportamiento pueda llegar a ser perverso a veces. Tu, que has pasado por el mundo de los Elfos debes saberlo, por ello, cuando les hagas un pedido, siempre, siempre debe ser muy preciso y no dejarlo a su buena opinión. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLos deseos, en efecto, son tan personales como para dejarlos a la deriva en el mar de los pareceres ajenos. Las hadas son tan imperfectas como los humanos, solo que con un halo de divinidad, puesto que nacen de las sonrisas de los niños. ¡Y nosotros debemos siempre estar en contacto con nuestro niño interno! para poder entender estas cosas muy bien.
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