UN SUEÑO LLAMADO LIBERTAD

Autor: J. J. Nuñez





La bella princesa Vera, miraba la plateada luna a través de su ventana. Suspiró. ¡Cuánto le gustaría conocer el bosque, el campo y el pueblo! Pero no. Su padre, el rey, hombre estricto y sobreprotector, jamás se lo permitiría: -Aquí tienes todo lo que necesitas. Afuera no hay nada que ver. Todo es peligroso-. Le había dicho en alguna ocasión. Un beso en la frente, un "hasta mañana" y ella se quedó con las ganas de decirle: -Ya no soy una niña. Mírame, he crecido.

La impotencia de vivir bajo su sombra y permanecer dentro de los muros, la consumía como el fuego a la paja seca.

Las horas nocturnas se acercaron a la medianoche y el sueño le ganaba la partida al desvelo, y en ese entrecerrar de ojos vio una sombra aparecer desde su balcón. Contuvo el aliento y se apuró en encender el candil sobre su mesa de noche. La luz, entonces, le descubrió: era un muchacho más o menos de su edad, muy bien parecido y finos cabellos plateados.

-          ¡Vamos! –le dijo entre susurros con una amplia sonrisa.
-          ¿Quién eres? –preguntó la princesa.
-          Soy el hijo de la luna. Mi nombre es Albus. –le tendió la mano-. Esta noche seré tu acompañante y guía. Ven y te enseñaré, bajo la luz de la luna, las maravillas que te rodean. 

No tuvo que decir más para convencerla y tomados de la mano salieron por la ventana volando por los aires, por sobre el bosque, el campo y el pueblo, y todo cuanto ingresó por sus pupilas se tradujo en una gran felicidad. Todo era tal como lo había imaginado y mejor. Se elevaron y volaron por sobre las nubes y una mágica luna azul, los bendijo con su luz.
A la mañana siguiente, al abrir los ojos, Vera, no sabía si lo que vivió fue cierto o solo un sueño. De cualquier forma, se encontraba feliz y corrió donde su padre para contarle, pero éste, al escuchar la historia, le dijo:

-          ¡Fue un mal sueño! –exclamó–. Los guardias me han contado que a tu alcoba llegó una garza blanca. Eso fue lo que perturbó tu sueño. 

Aquella noche, cuando todos estaban durmiendo, Albus llegó para llevarla a un nuevo paseo nocturno, pero antes, Vera tenía que salir de dudas y le preguntó si todo aquello que había presenciado había sido un sueño.

-          Todo esto es tan real como nuestro presente. –le respondió mirándola con sus profundos ojos azules–. Mañana en la noche te traeré una prueba y ya no tendrás dudas.

Esa mañana, cuando abrió los ojos, estaba muy segura de que no había soñado, entonces corrió donde su padre y éste le dijo: “Tu realidad está aquí, dentro de estos muros. No hay más libertad que ésta. Esa garza debe estar alterándote el sueño”.

Esa noche, al ver llegar al plateado muchacho, sintió que el corazón le repiqueteaba de felicidad. Salieron a volar como ya era costumbre, y a la luz de la luna, Albus le entregó una hermosa flor roja como prueba de la verdad. En ese momento él, le declaró su amor. Ella aceptó y ambos sellaron su amor con un beso.

Muy temprano por la mañana y antes de que su hija fuera a verle, el rey mismo, fue a la alcoba de Vera, quería contarle que los guardias habían matado a la garza y que ya nada volvería a perturbar su sueño. 

Al ingresar, palideció al verla tendida sobre su cama, impávida, con una hermosa flor entre sus manos y una flecha en su pecho ensangrentado. El rey horrorizado, rápidamente llamó a los doctores, pero la princesa le llamó y con su último aliento, le dijo:

-          Padre... qué hermoso sueño es la libertad. – y cerró los ojos.

"Y así mi palabra fue rodando como piedra en torrente. He narrado para la memoria de la buena gente."

Comentarios

  1. Es un hermoso cuento, muy dulce pero al mismo tiempo refleja una realidad común. El final me conmovió mucho. Saludos.

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    1. Gracias por tus palabras Jimena!! Te cuento que siempre espero que la libertad no sea solo un hermoso sueño que vemos a la distancia, sino las alas que nos lleven mas allá de los muros de nuestra mente. Que tengas buenos vientos!!!

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  2. Me encantó tu relato, fantasía y realidad al mismo tiempo. Un saludo!

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