ALMA DE AGUILA

Autor: J. J. Nuñez Del Carmen

He llegado hasta aquí y lo único que alcanzo a ver es una interminable extensión de regordetas nubes grises bajo mis pies. No percibo el horizonte. A decir verdad no sé si lo haya. Mi corazón se acelera por la sensación de vértigo y porque he llegado a la conclusión de que solo existe un camino para mí. Y no es el de regreso.
Largo ha sido el camino, como dura la vida que me tocó por vivir. Mis padres se marcharon cuando éramos pequeños y solo pudieron volver por las noches, en nuestros sueños. ¡Cómo los extrañamos! Pero el camino aguardaba y si no quería morir, debía sobreponerme al dolor y mantenerme en movimiento. Sin embargo, no pude hallar la forma de convencer a mis hermanos de que las cosas cambiarían. La desesperanza en complicidad con la tristeza, llenó de oscuridad sus corazones y al poco tiempo ambos se arrojaron al vacío. Ni una sola lágrima me devolvió sus voces, sus sonrisas y sus abrazos.
Decidí dejar el hogar donde nací, allí solo quedaban fantasmas y dolor. Decidí respirar nuevos aires y llenarme con los frescos olores de cada mañana. Decidí ser humilde conmigo mismo y alimentarme de cosas que a cualquiera le provocarían náuseas. Pero, decidí por sobre todas las cosas aferrarme a la vida, abrazarla y no dejar de sentirme agradecido por el agua, la brisa, el sol, las estrellas.
Ahora, todas las decisiones que tomé y los pasos que di, me han traído de vuelta a este lugar. Irónicamente, al abismo. Pero está bien, todo está bien. No tengo penas ni culpas. No tengo resentimientos ni reproches. He vivido más de lo esperado y con mucha más intensidad que cualquiera. No, no tengo ningún sentimiento negativo. Por fin, estoy liberado. Si he de saltar, es porque así debe ser. Todos los ciclos se cumplen. Estoy listo.
Salté.
El sol se puso frente a mí, su cálida y rojiza luz, bañaba mi rostro en esa breve eternidad que duré suspendido en el aire. Entonces comencé a caer muy rápidamente. Sentí la brisa golpear mi rostro. Estiré mis brazos y no fue sino hasta ese momento que pude contemplar las magnificas plumas que me habían crecido.
En ese instante, mamá y papá aparecieron y cada uno me sostuvo de un ala.
-       ¡Bate las alas hijo! – me dijo mi padre. - ¡Bátelas con fuerza!
Luego llegaron mis hermanos, ya adultos, y se encargaron de limpiar mis plumas. Seguí su ejemplo, aguanté el aire entre mis alas, usé mi cola como timón, aproveché las ráfagas de aire.
Pero antes de estrellarme contra las rocas pude ver como mi madre, mi padre y mis hermanos se disolvían en pequeñas luces azules.
-       Hemos guardado el último halo de nuestros espíritus para verte vencer la última barrera que quedaba entre tú y tu destino. ¡Ahora vuela muy alto y conquista la eternidad!
Levanté mi rostro con lágrimas en los ojos y fue así como empecé a volar.


Son mis deseos para cada uno de ustedes en este 2014 que yace delante de nosotros. Buenos vientos.

Comentarios

  1. Si lo escribiste tu.. es conmovedora la histora y tragica...me encanto... muchas felicidades por desarrollar ese talento y te deseo un buen nuevo año.

    Saludos

    Traffic club

    Blog de warrior.

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    1. Pues la vida en sí es una tragicomedia, donde nosotros somos espectadores y protagonistas de nuestro propio viaje. Aunque suene irónico, es cuestión de sentarse y disfrutar del viaje. Gracias por tus palabras, me echan ánimo para seguir con esta más que bonita práctica.

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  2. Muy Bueno, algo que te deja reflexionando sobre lo que en verdad importa.

    Traffic Club

    THE DRAGON KING

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    1. Gracias Jos!!! en este mundo cuasi cibernetico lo que más importa se va perdiendo por migajas del mal llamado "progreso", la vida en sí va pasando a un segundo plano... como si tuviéramos una de reserva!!!

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