COSAS QUE IMPORTAN


Luisa se levantó con el primer llanto del bebé. Eran cuarto para las seis de la mañana y la noche no había sido una de las mejores: el calor sofocante, el zumbido de los zancudos y la llamada telefónica a las dos de la madrugada para Alejandro, su esposo. 
Tras contestar, tuvo que salir de inmediato sin dar muchas explicaciones, al parecer se presentó un problema en el fundo agrícola donde él trabajaba. El sólo hecho de imaginarse que tenía que empezar el día sin él, para que le ayude con las labores, la había puesto de mal humor. Hacía un par de semanas que Jacinta, la empleada, se había marchado a su pueblo y desde aquél entonces, Luisa y Alejandro se las habían tenido que arreglar con las cosas del hogar, el trabajo y el bebé. 

Afortunadamente, la mañana transcurrió sin mayor novedad. Al medio día, mientras preparaba el almuerzo, encendió el televisor para ver algo de programación adulta. Las novelas se habían convertido en su pasatiempo favorito, pero por las tardes, no desdeñaba los programas de entretenimiento en vivo. El bebé comenzó a llorar y Alejandro aún no regresaba.

Por fin, se hicieron las seis y media de la tarde y su pequeño acababa de tomar el último biberón. Lo acostó en su cuna y le dejó la luz de la lámpara encendida. «misión cumplida», se dijo a sí misma. Se preparó una limonada y encendió nuevamente el televisor, era hora de la novela cómica. Entre risas y comerciales, apenas pensó en Alejandro. Horas más tarde, mientras conversaba amenamente por teléfono con una amiga, logró escuchar el traqueteo de la llave abriendo la puerta principal. Se despidió. Eran las diez. Alejandro había regresado. 
Ella se hizo como la desentendida de su presencia, hasta que le lanzó una mirada desdeñosa.

- Hola, amor. –saludó apesadumbrado.
- Hola. –respondió a secas.
- Tenemos un serio problema con las abejas. –suspiró–. Es muy serio lo que está ocurriendo, por eso no he podido venir antes y…
- No has estado aquí para ayudarme. –le reprochó–. Encima, el bebé no paraba de llorar… casi lo llevo al doctor porque no ha querido dormirse. Menos mal que aún quedaba un poco de fórmula para darle, porque como sabrás ya no hay para otro biberón, y se ha quedado dormido. 
- Luisa. –dijo como sintiendo el peso del mundo–. Todas las abejas del fundo se han muerto y lo mismo está ocurriendo en los otros fundos.
- ¡Y tu hijo necesita fórmula antes de la medianoche!

En ese momento, en el noticiero entrevistaban a un científico:
... Las abejas conforman junto a las hormigas estructuras sociales muy similares a las del ser humano. La diferencia radica en que si la población total de abejas desapareciera, ocurriría un fenómeno tan dramático como el del meteorito que acabó con los dinosaurios. En cambio, si la especie humana se extinguiera, en términos ecológicos, no ocurriría nada.

Comentarios

Entradas populares